Por segunda vez y mediante virus informático de naturaleza diversa, personas desconocidas han tratado de impedir que este blog siga emitiendo contenidos. Un actor con amplia trayectoria profesional me daba apoyo para que siguiera con esta reflexión, al mismo tiempo que me recordaba que mi postura de oposición al actor televisivo le resultaba personalmente contradictoria. El trabajaba en teatro, cine y televisión y no podía coincidir con algunos de mis argumentos.
Recibo su estimulo y considero este momento como el adecuado para clarificar mi posición en relación a un medio que da trabajo a mucha gente.
No me opongo al medio televisivo como instrumento trasmisor de mensajes y contenidos al servicio de un sistema. Asumo esa condición y entiendo que el vértigo de la información televisiva crea un sentimiento. Una especia de culpa y vergüenza.
Lo crea y lo elimina al mismo tiempo.
El tan mentado mercado que parece que todo lo decide, necesita de ese recurso para acampar a sus anchas en el deseo consumista del individuo de nuestra época. Nos ayuda a metabolizar con facilidad la dosis de culpa superficial que instala en cada persona la dura realidad de nuestro tiempo y nos permite concluir en una digestión rápida para poder dormir más tranquilos. Es parte del sistema y no tengo dudas de que por ahora es invencible. Ha surgido y ha crecido alimentándose de los aspectos más miserables y mezquinos del ser humano.
Muy bien. Esto es así y puedo interpretar el paradigma resultante. Lo que no acepto ni acabo de comprender es la facilidad con la que acepta el actor, lo que se le ha impuesto. Sus lugares naturales de expresión, teatro y cine, soportan estoicamente un modelo de desarrollo al servicio de un sistema.
Estoy en desacuerdo con un modelo de crecimiento basado en las apetencias cuantitativas del capital. Incluso en esta etapa crucial de la evolución de la sociedad, el arte del actor no debe someterse a variables que nunca le han pertenecido como esenciales en su existencia.
Quiero postular un modelo de desarrollo basado en la condición técnica del actor. Un saber con que se trabaja (la técnica) y para quien se trabaja (la ética). El actor como eje creador de riqueza artística, no en oposición a la mayor retribución económica posible.
No intento forzar una elección, ni establecer un dilema. Sigue siendo mucho mejor hacer una comedia de situación que trabajar de camarero por las noches. Lo que intento revelar para que sea asumido por cada actor, es una conciencia crítica. Quiero decir, lo que el lenguaje televisivo ha hecho con su trabajo.
La copia de la vida como modelo para vender más y mejor. No estoy negando la opción laboral y profesional. Lo que cuestiono es la incapacidad de asumir una postura crítica y por ende transformadora de si mismo.
El actor tiene mucho que hacer con lo que la televisión ha hecho de él.
Creo que hoy en día esa es la tarea para instaurar modelos de crecimiento y desarrollo de un arte que debe estar inmerso en la crisis social del individuo de nuestro tiempo.

8 comentarios

  1. hablas sólo de actores pero no se por qué.
    quizás es lo que conoces mejor y no quieres excederte.
    creo que podrias ampliar el campo de batalla sin miedo a equivocarte.

    un abrazo y enhorabuena

  2. El oficio del actor me permite elegir; Como cualquier oficio en la vida, pero lo olvidamos. Nos dejamos llevar por las corrientes del mercado, por nuestras «necesidades inmediatas» y olvidamos que tenemos opciones.O nos hacemos que lo olvidamos.
    Ahora: Hay que admitir que son muchos, muchísimos los actores que confunden actuar con poseer la mal interpretada «fama». Pelear contra esos actores es imposible. Lo mejor es quedarse con aquellos, que aunque salten del teatro a la TV o al cine, no dejen de volver al teatro. Por supuesto, si se va a hacer mucha televisión, es mejor no dejar de hacer teatro. Y lo digo por cuestiones técnicas. Las tablas pasan factura. Dos años sin teatro, después de dos años de TV, se notan en el cuerpo, no importa la edad, no importa si se es muy joven o muy viejo, se notan. Y no estoy diciendo que todos los contenidos teatrales sean maravillosos. También hay mucha mierda. Pero a diferencia de otros medios, el teatro está siempre por hacerse, el espacio siempre comienza vacío y siempre puede llenarse de algo maravilloso. Que lo logremos o no… bueno, es es el reto del teatro. Pero me ofrece un reto.
    La ética, bueno, la ética es personal. Trasciende en el momento que intento convertirla en el credo de otros. Y debo hacer esto con cuidado, de lo contrario me convierto en abanderado de verdades efímeras, pues cambiaré de ética tan fácil como cambio de calzoncillos. Una ética al mejor postor.
    Lo cierto es que mis principios se ven reflejados en mis elecciones.
    Por eso me alegro cuando me descubro diciendo «NO». Me recuerda que puedo elegir y que no voy a tener que defender éticas que no son mías y que no me interesan.
    Creo que la discusión compete más al actor porque es éste el engranaje principal del producto televisivo: «Su cara es la que vende». Aunque los directores de televisión tenga algo que decir al respecto en cuanto a los contenidos del medio, es el actor quien puede marcar la pauta. El actor puede decir «NO». Y al hacerlo está eligiendo «SU» ética. Ahora, si todos los actores dijéramos «NO» cuando nuestra ética se opone, creo que los contenidos de un medio como la TV cambiarían radicalmente: Si todas tus prostitutas se niegan a trabajar, más te vale cambiar la oferta. Y creo que ese sí sería un mensaje ético que llegaría a todo el mundo sin necesidad de promulgarlo en pancartas o iglesias.

    Siempre oportuno Jorge, siempre oportuno.

    FELIPE BOTERO RESTREPO

  3. Y justo cuando me veía capacitado para desenvolverme en ambos circos, en comprender sus más amplias diferencias, van y me ponen un micrófono camuflado entre el pelo porque el aforo es amplio. ¿Para qué estudié yo proyección? y lo más importante ¿como lo harán si el actor es calvo? jejeje. Un barazo más en pro de ese naturalismo de la vida, de hacer series sobre el escenario, de preguntarle al chiquillo con suerte y éxito en la caja tonta «oye ¿te gustaría hacer teatro? así llenamos el aforo», y que el pobre chiquillo con la mayor de las humildades conteste, «Vale, ¿qué hay que hacer?». Una respuesta que dice tanto de nuestra situación actual.
    En fin seguiremos luchando.
    Un abrazo compañeros.

  4. Como siempre, tus textos son más que interesantes. Vaya si hay tela para
    cortar en la relación TV-actores.
    Casi que me atrevo a decir que hoy en día, para un porcentaje más que
    elevado de la población mundial, la vida no es vida si no pasa por la TV.
    Pero por suerte, creo que estamos empezando una nueva era (me puse
    metafísica, jaja) en la que los seres humanos tendremos que darnos cuenta
    que la vida que llevamos sólo nos lleva a nuestra propia destrucción (la naturaleza nos da cada vez señales más contundentes).
    Tengo fe en que lo lograremos pero, no sin antes, comernos más de un sapo, claro…

  5. Tal vez en televisión es más importante qué pareces que lo que realmente eres. Es una vorágine de imágenes, desechables y manipuladas para abastecer a un telespectador sediento de emociones instantáneas….No hay tiempo ni para la crítica, ni para la reflexión…Sería la dictadura del relativismo más salvaje, que nos salvara en algunos momentos de la más absoluta desesperación….
    Muchas veces pienso que no se puede ser feliz sin ética, no podría soportarme, aunque el sufrimiento de no ser éticos es lo que creo termina habitando en esa encrucijada que es la naturaleza y la idea, en esa conciencia que se podría entender por estar despierto.
    Por eso la televisión, sin prejuicios, me recuerda al baile exhausto de shiva,
    donde a veces lo más miserable, da la mano a lo divino, como un rayo que parte de la tierra al cielo o del cielo se precipita al suelo…….En ese no se qué , con esa voluntad…..

Responder a carlos higinio Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *