30-30
de Dalmiro Sáenz
(1974)

Un Western a la Argentina
Direccion: Jorge Eines

Reparto (por orden de aparición)
Mujer de Eloy ALICIA BERDAXAGAR
Don Eloy WALTER SOUBRIE
Forrester IGNACIO ALONSO
Mary ELSA DANIEL
Pedro MIRTA MANSILLA
Ana NORA LEVINTON
Madre de Ana MARIA C. DELFINO
Comisario CLAUDIO LUCERO
Don Eusebio HORACIO DENER
Dernetrio Morel ALEJANDRO MARCIAL
30-30 VICTOR LAPLACE
Don Vicente VICENTE BUONO
Chilota SARA BONET
Oficial JORGE SASSI
Sargento MARTIN CORIA
Soldado 1º ALBERTO ALIO
Soldado 2º CARLOS KACH
Soldado 3º DANIEL COSAVELA
Soldado 4 ROBERTO LACRO
Escenografia y Vestuario / Relaciones Públicas y
Prensa / Producción Ejecutiva:
GUILLERMO DE LA TORRE JUAN I. ACEVEDO
– ROSA BRASCO ALBERTO STIVEL – HECTOR CHIRIKINS
Iluminación / Asistente de Dirección / SUPERVISION de VESTUARIO /
ERNESTO DIZ ERNESTO – ASCHERI LILIAN CUENCA
– MARIBEL GALBAR BILBAO

30-30
Teniendo como base uno de sus mejores relatos que da título a un libro publicado a comienzos de la década de los 60 el imprevisible Dalmiro Sáenz levanta una obra teatral fuertemente tradicional, decididamente interesante. Pero si el relato original se dedicaba a narrar sólo la llegada de un extraño sujeto portador de un Winchester 30-30, con el cual se impone a los indefensos habitantes del lugar, hasta lograr someterles y la muerte posterior de aquél en manos de ésos, en su versión teatral, Sáenz abandona esa suerte de apología del individualismo para entrecruzar dos historias.

Una se centra efectivamente en el personaje original y tiene como escenario la Patagonia de los años ’90, con sus recién llegados colonizadores.
La otra pone en escena las huelgas trágicas que se suceden apenas despunta 1920. En esta suerte de confrontación surge un tema que fascina a Dalmiro Sáenz y que marca en forma indeleble a la mayor parte de su obra: las relaciones entre la rebelión individual y su inserción en la historia concreta.
Porque si 30-30 es, en realidad un bandolero por el cual se ofrece, a cambio de su vida, en este lugar deshabitado y agreste, poblado por pioneros mezquinos que esperan enriquecerse en corto tiempo, una forma primitiva de rebeldía social.
Hay que destacar en la puesta del director Eines las actuaciones de Alicia Berdaxagar y de Alejandro Marcial.

 

«30-30»: Western a la argentina
En el teatro de Globo se ha estrenado «30-30» del alguna vez discutido autor Dalmiro Sáenz. Se trata de un trabajo mucho más ambicioso que el de sus anteriores incursiones por el teatro breve. La pieza es la adaptación escénica de un cuento suyo y el conflicto se desarrolla en la «Patagonia trágica» de los años 20. El ámbito y los acontecimientos que lo asolan inciden muy directamente sobre un grupo de seres que habitan un triste poblado de aquellos confines. Sáenz publica a sus personajes en un típico almacén de ramos generales, punto de atracción y de reunión obligada de los escasos habitantes.

Los hechos reales y los episodios imaginados por el autor revisten discreto interés pues difieren del diario acontecer de las grandes ciudades, por lo menos las de aquella época. Si acude al recuerdo un paralelo, en cuanto a la anécdota, hay que buscarlo en el lejano oeste americano cuando era dominado por los célebres bandidos a los que el cine ensalzó durante décadas y ahora se encarga prolijamente de destruir.
Cuando el ejército interviene para «establecer el orden» caemos en la cuenta que el episodio narrado tiene peligrosa y sarcástica vigencia. Las conclusiones de Sáenz son amargas y aunque no compartamos algunas de sus propuestas, hay que reconocerles su oportuno llamado a la reflexión sobre sucesos mucho más recientes, aún sin vías de solución.
Teatralmente la pieza está bien delineada con un correcto manejo del tiempo e intensidad del relato y buena pintura de tipos y ambiente.
El directo Jorge Eines constituye una revelación por la exacta revelación de los elementos de su apuesta, claridad para presentar las secuencias, firme manejo de los actores y plasticidad en la adaptación visual de las escenas.
Guillermo de la Torre aporta una escenografía precisa en todos sus detalles que sólo no soluciona satisfactoriamente el ámbito en que los protagonistas aparecen encerrados al comienzo del 2º acto. En la interpretación sobresalen serios trabajos de composición de Alicia Berdaxagar, Walter Sougrie, Claudio Lucero, Horacio Denner, Alejandro Marcial, Vicente Buono e Ignacio Alonso. Sara Bonet carece de recursos para resolver dignamente su difícil papel. Víctor Laplace, en el rol de 30-30 impone su estampa, pero su caracterización es anímicamente pobre. Elsa Daniel, en su debut teatral sorprende muy gratamente por la intención inicial, que no deja de ser intensa y su desborde final que la muestra madura para una etapa que inicia promisoriamente.

Un drama de Dalmiro Sáenz (Roberto Jacoby)
30-30 fue el mejor de un volumen de cuentos que Dalmiro Sáenz publicó a principios de la década de los 60. Y aunque ahora ha sido estrenada como pieza teatral con un generoso despliegue escenográfico y actoral, no ha dejado de ser una narración literaria. No falta ningún elemento para lograr un excelente espectáculo, salvo el ritmo teatral.
La historia cuenta los primeros pasos de la colonización patagónica, describe con evidente conocimiento del ambiente a sus personajes esenciales (comerciales, chacareros, usureros, peones) e inventa una situación donde se mezcla el bandolerismo social con las rebeliones populares de 1921.

Hay buen material para ir más allá del drama campero, aunque quedan todavía amplios diálogos sobre el clima, folclorismos poéticos y cierta retórica justiciera. El planteo de fondo, es decir la ruptura del quietismo campesino por los bandidos errantes, y la confrontación de sus ideologías, esa continuidad que se establece entre la rebeldía individual y los motivos sociales que conmovieron al país, daba para un enfoque épico con tintes novelescos. En cambio, la adaptación, y también la dirección, se demora en un tiempo costumbrista, de lento transcurrir.

La situación se ambienta en un almacén de ramos generales, registrado minuciosamente por el escenógrafo Guillermo de la Torre, donde la avaricia y la mediocridad de los minúsculos capitalista se expresa en la acumulación de mercancías que abarrotan el local.

En la prolija selección de actores hubo un error: Víctor Laplace no podía encarnar con su figura aniñada al hosco, brutal marginado que se le encomienda. El resto del elenco tiene un nivel muy parejo; muy correcto. Perfecta Alicia Berdaxagar en la mujer del comerciante vestido en forma aceptable por Walter Soubrié. Elsa Daniel vuelca con pasión el romántico personaje de la adolescente, en tanto Alejandro Marcial da postura al bandolero vencido, que lamentablemente muere en los primeros tramos de la pieza. En un áspero personaje Sara Bonet empeña un notable esfuerzo, y transmite gran calidad y comunicación el comisario Claudio Lucero, una verdadera revelación.
La opinión 1974.