Un proyecto.

Todos trabajan para todos sin celos ni envidias.
La base técnica es la posesión de la acción. Todos deben estar rigurosamente formados en ello.
En este caso debemos hablar del origen. No hay discusión al respecto: todos deben poder volver al origen.

La vuelta al origen como principio que autoriza que los obstáculos que aparezcan en el camino se conviertan en el camino.

¿Qué es un buen ensayo? Conseguir que la reflexión precedente se instale como norma y no como imposición.

Los tres pilares.
1.- El espíritu.
2.- La obra.
3.- Los actores.

El espíritu.

Debe unir el deseo de estar juntos. Crear juntos. Respeto y convivencia. Vínculo en las diferencias.
Dirigir una propuesta teatral debería ser crear esas condiciones pero solo es factible que aparezcan si un tronco común donde los códigos humanos y técnicos se han consolidado auspicia el encuentro.

A partir de ese momento solo manda el deseo.
La pertenencia a un grupo humano con implicación en lo artístico.
Hacemos teatro para estar juntos no para ganar dinero. Si estamos juntos y ganamos dinero es el proyecto perfecto.

La obra.

Un texto. Puede ser. Una idea. Puede ser.
A todo eso se le puede llamar guión o texto teatral o propuesta para investigar.
Si queremos contar algo vamos a encontrar el pretexto adecuado para colgar en ese perchero nuestro deseo.
Si es al revés y pretendemos que el perchero nos muestre lo que no somos capaces de colgar en el, se invierte el origen del deseo. Desde ese sitio germinan las mejores mediocridades.

.

Los actores.

Buenas personas con talento jugando para el colectivo. Es lo mas difícil porque el talento tiende a jugar para si mismo.
Lo que debe unir es el principio técnico. Es lo que funda el encuentro cuando las mezquindades aparecen. Es lo que permite que reaparezca la calidad humana que sostiene a los buenos proyectos.
En el fútbol lo que une o separa es la pelota. En el teatro, lo que une o separa es la acción.
En el fútbol se disfruta el gol. Es la consecuencia del talento.
En el teatro se disfruta la estructura. Es anterior a la aparición del talento.

4 comentarios

  1. El mito de la caverna del actor.
    La cueva;
    Nacimos allí. De la calida oscuridad del vientre materno a la oscuridad instaladora de los miedos de un mundo por explorar.
    Vivimos allí, donde despertábamos para compartir el dia con esos seres tan parecidamente diferentes y repetitivos, pero siempre cambiantes. Comiamos con ellos, alimento sagradro, pues no comer equivalía a morir, y morir era lo mas probable. Vida y muerte se unian en nuestro estomago y el cuerpo nos dictaba la vital consigna que nos ha llevado a evolucionar como especie: sobrevive.
    Alli aprendimos a hablar, pero no antes de decirlo todo con gestos, violentas acciones, reacciones desencadenantes, encuentros de cuerpos fronterizos y animales que se unian vigorosamente en un maravilloso acto sexual.
    Mucho antes de decir la primera palabra, casa, ya estábamos en ella.
    Tambien aprendimos a andar. Nuestra pelvis reacciono ante un esfuerzo ilimitado por superarnos y no dejarnos caer en el olvido de la historia de las especies. Bipedos. Algo, simplemente inimaginable.
    Lo aprendimos todo….. en la oscuridad. En la mas profunda de las cegueras, dentro de un lugar frio, silencioso, húmedo, pero en el que nos sentíamos a salvo del mundo exterior. Un lugar oscuro del que salía la luz que alumbraba el exterior, que nos enseñaba las herramientas básicas para no salir de allí y ser devorado estúpidamente por una serpiente con cinco metros de garganta, que nos daba el cariño y el afecto de nuestros semejantes para encontrar fuerzas a la hora de cazar el alimento que después nos comeríamos juntos allí dentro, yo preocupándome por darte de comer a ti y tu a mi, y no al revés. Un lugar en el que cuando alguien ya era viejo, cuando veíamos seca la savia de su piel, se la lamiamos para impregnarnos de su memoria, de su olor, de sus amor, y después lo dejábamos marchar entre los objetos que le hicieron grande e inmortal.
    Asi es la escuela de Teatro. Una gran caverna. Cuando entras todas las luces están apagadas y, como si fuera un templo egipcio, desde el paseo de las esfinges que esta en la entrada del portal hasta la sala del “Ka” donde reposa el faraón momificado al final del templo, bajando en altura y luz, y subiendo en ritualismo y misticidad, una gran cueva de ritual se presenta ante nuestros sentidos, una caverna donde se desatan todos los mitos: Virginia Wolff, señorita Julia, Hapy, Valentin, Anna Christie, Adela, Otelo, Sra.Wire, Blanche, Jerry, Nina, Yerma, Hamlet, Antigona, Ubu, y tantos otros.
    La Escuela es como la contingencia. Ese espacio de libertad entre acción y acción. Un espacio de encuentro con nosotros mismos, con nuestra esencia, entre la sinrazón de este loco mundo, de nuestras locas realidades. Tanto hacemos fuera para no ser nosotros mismos y tanto luchamos dentro para volver a serlo, que sinceramente, estamos locos. Y parece justo al revés, en la vida parece que yo soy yo, y actuo desde mi mismo y en la escena soy otro porque me pongo en la piel de otro personaje, y es justamente lo contrario. Fuera estamos llenos de ideas que hacemos nuestras pero incoscientemente no nos damos cuenta que han sido inculcadas e inoculadas por otros y por medio de ellas regimos nuestras vidas. Un trabajo alienante, unas relaciones sociales muchas veces corrompidas, unas miradas de ciudad grises y distraídas, generales, una vorágine de energias que no se encuentran y un miedo a decir lo que pienso que raya en la cobardia. Y dentro, oh, dentro, un lugar donde mi palabra se impone y el poder que recorre mis venas relanza la energía de todas mis células en una dirección, ser libre, ser yo. No te puedes esconder en este espacio y en la vida caminamos con la conciencia cabizbaja, para pasar desapercibidos. Én la escena todo esa errónea concepcion se olvida, la familia, el trabajo, los amigos, la razón de vivir, tu propia esencia de vida perecedera, todo, absolutamente todo se transforma y entonces te vuelves inmortal, eres dios. Se olvida para volver a recordar los orígenes. Se olvida para devolver la luz a las sombras que nos ciegan. Se olvida para dar esperanza a un tiempo que el hombre ha convertido en cadenas. Se olvida para poder olvidarnos de todo lo aprendido y aprender a olvidar de nuevo, como si fueramos una hoja en blanco que hay que reescribir con la tinta invisible de la imaginación, como si la vida no pudiera existir sin la poesía, sin el encuentro con el otro, sin la frase desenmascarada por el cuerpo, sin el personaje que nos devuelve la sensibilidad perdida de nuestra propia persona real.
    Volvamos a los orígenes, reinventemoslo todo, seamos libres, y cuando lo consigamos, entonces y solo entonces, estaremos salvados. Confiemos en esta tremenda luz que sale de la caverna del arte, candileja iluminada por la fuerza de nuestros corazones y de la conviccion en nuestro trabajo.
    Creemos allí, seamos allí, pero no nos quedemos, que fuera también hay mucha vida por iluminar.

  2. joder, pantxo, como escribes, me dejas en ascuas.
    bueno, voy a escribir cualquier cosa, por que según Jorge, se puede escribir cualquier cosa no?
    Lo que escribe Jorge, me parece interesante,creo que tiene sentido lo que dice, de hecho, mi corta experiencia, ha sido así, tal cual. Al principio tenia mis propias resistencias, hasta que finalmente he encontrado el vínculo en la diferencia con el compañero. He experimentado, tal cual, «el teatro se disfruta en la estructura», en mi ultimo pase,después de un arduo tiempo de ¿qué coño estoy haciendo? cuando ya tenia estructura, es cuando he empezado a disfrutar, y se me ha encendido la chispita de querer hacer teatro más y más.De encontrar en el teatro las carencias que no me puede aportar la vida cotidiana, y poder parcelarlas ahí, en el teatro.Ahora ya sé cómo, y dónde.Y tal vez se me enciendan las ganas de querer crear en equipo algo con ilusión y organización.
    Y tal vez, puede ser que más adelante, no sea una chispa, sino que tal vez sea un fuego asentado, controlado, fértil, y compartido. Que ilumine. La cueva, y también la gris ciudad.
    Pero por ahora soy un peti-suisse, asi que ná.

  3. En la escuela se aprende a ser. En la vida se es. Y se es mejor si se aprende a ser.
    La verdad del teatro es libre, porque los límites son más claros. La estructura. La verdad de la vida es borrosa. En la escuela se aprende, con dolor, con dificultad, con risas, con emoción, a ser mejor. En cada ensayo no hay que perderse la oportunidad de encontrarse con el otro: con el compañero y con el maestro. De ser honesto.

  4. Pues yo creo que en la vida, en cuanto mi experiencia, y creo, que es la de todos los seres humanos, es como si fuesemos con los ojos tapados, y la verdad tal vez solo la podamos palpar, o atisbar, sin que estemos del todo seguros, que es lo cierto. Yo me siento, como jugando a la gallinita ciega. Tal vez, en el teatro, la diferencia está, en que hay fantasía, invención, y en que la verdad es, lo que quieras creer o imaginar.

Responder a Esther Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *