El 17 de Abril de 2017 cuando cumplo 68 años, comienzo a escribir este innecesario diario. Tardío. Casi de salida. ¿Retrospectivo?  ¿Cotidiano? Aún no lo sé. Ni como Cesare Pavesse. Ni como Piglia que desde muy pronto tuvieron algo que decir y lo hicieron en su diario.

Hoy, me niego a dejar de dar clases. Me niego a dejar de dirigir. Me niego a dejar de escribir. Quizás debe renunciar a ir al teatro. ¿Por qué? Me he convertido en un corrector retrospectivo de los ensayos que imagino se hicieron para haber llegado a lo que veo. He dejado por completo de ser un espectador.

Ayer comprobé que el Materialismo Dialéctico está vigente en la sensibilidad y la ideología de nuestra sociedad. Mucha gente, ávida de escuchar, cada vez sabe mejor de que se trata. Yol Salvador sabe muy bien que el fachismo es la dictadura terrorista del capital monopolista. ¡Y que bien lo trasmite!

18 de Abril. Vuelvo a clase luego del Macbeth en Buenos Aires. Sigo siendo un poco estúpido y cuando escriben tantas cosas buenas de lo que hacemos acabo viviéndolo como una melopea narcisitica.

«Es decir, hay obras buenas y malas pero pocas veces –y allí aparece el arte- el espectador puede sentir en su médula la locura y el dolor al verlos en los ojos del actor. Macbeth conmueve en un sentido real.» Ladislao Serrano lo escribió en un periódico y me he dejado llevar por su infrecuente lectura de lo que acontece. Me agrada que alguien vea eso en los actores.

Cuando estreno Macbeth en Buenos Aires ingresan a Federico Luppi por un ACV. Primero el recuerdo de la tortura. Nunca en mi vida me llevé tan mal con un actor en el transcurso de un proceso de trabajo. Ya han pasado 10 años y lo tengo presente. Segundo. La convicción que todo aquello quedó abierto y cerrado en el marco de los ensayos. Tercero. Mi deseo de que se recupere. Borges tenía razón. No nos unía el amor sino el espanto. Pero nos unía.

Esa misma mañana el encuentro en La Recoleta con Eugenio Barba. Como en encuentros anteriores nos besamos las manos. Nada me separa de él. Ni siquiera la admiración y el gran respeto que siento.

19 de Abril. Hoy renace un posible proyecto. Mario Paoletti me propone dirigir La Escuelita. Los últimos 50 minutos en la vida del Che.

Carmen Portacelli nos dice que no a estrenar Peer Gynt en el Teatro Español. No puedo evitarlo. Lo vivo como agresiones de una realidad teatral que me tolera como maestro de Actores pero que no soporta que trabaje con ellos. Y mucho menos que haga Peer Gynt, una obra de las que ya no se hacen. La censura democrática se ocupa de que no se hagan. No son rentables.

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