De repente descubrí que Hegel me hizo un enorme favor, me salvó de Lacan, me salvó de Lo peor de Freud desde la visión americana adaptada para el actor. Mi primer espacio de salvación tuvo que ver con un filósofo del año 1600 Baruch Spinoza, me lo presento mi amigo Gregorio Kaminsky. Comencé a entender algunas cosas que tenían que ver con algunos relatos que nos invitaban a pasar por encima de los orígenes. Y esto me pareció revelador. ¿Por qué nos ocultan los orígenes? ¿Por qué no nos dejan entender donde está el origen?
Hegel plantea que el problema del deseo en el ser humano es que parcialmente es un deseo animal, uno quiere comer, dormir, reproducirse, deseo animal. Pero ¿en qué momento deja de ser un deseo animal? Los animales está muy claro que lo único que tienen es aquí y ahora. Que lo que quieren es ya y que cuando quieren comer quieren ya y que cuando marcan un territorio creen que no va a entrar nadie. La orden de la especie es ya. Esto es tuyo y es ya y no tiene que ver con el futuro, tienen que ver con el ya. Y el deseo del hombre también es un deseo animal, pero cuando evoluciona y se convierte en el factor decisivo de toda la civilización y de la dificultad con la cual me encuentro a la hora de formar a un actor es que acabamos deseando lo que desea otro. Donde empieza el problema del deseo en el ser humano es que sólo podemos desear a la mujer del otro, el coche del otro, el trabajo del otro, el éxito del otro, Cuando empezamos a poder desear con intensidad es cuando entendemos que sólo voy a desear en tanto y en cuanto el deseo me lo haya mostrado el otro. En ese sitio surge la competitividad. Surge tener lo que tiene otro. Aparte del problema de que cuando lo consigo tengo que seguir deseando. Por encima mío tienen que haber otro que tenga más, porque sino: ¿cómo hago para poder seguir deseando? En ese lugar se constituye un deseo que alimenta posteriormente el vínculo amo-esclavo, que define aún más y aún mejor todo el problema de la condición humana que entendida como condición humana puede ayudar a que cada uno aparte de ser actor, es un ser humano. Los actores van a seguir siendo seres humanos más o menos en los próximos dos mil años, y no se prevé demasiados cambios al respecto. Va a desaparecer la televisión, va a morir el cine, va a desaparecer todo lo que tenga que ver con la tecnología, pero el ser humano va a tener que seguir actuando para otros seres humanos.
Va a tener que seguir siendo algo efímero, algo vivo, algo en convivencia. La posibilidad del encuentro en lo efímero sólo lo tienen el hecho interpretativo, por ahora definido como hecho teatral. Por ahora, porque a lo mejor dentro de mil años definen lo que hoy pasa en el Camp Nou como un hecho teatral. Eso que hacían los del año dos mil, unos locos que iban a rezar a unos dioses que iban con pantaloncito corto y a una cosa de cuero en el medio. Esos eran dioses. Ellos creían que iban a ver un partido de fútbol pero iban a encontrase con los dioses. A lo mejor los antropólogos dentro de mil años van a entender que eso era los rituales trascendentales de nuestro tiempo. Lo que seguro van a seguir entendiendo de la misma manera es lo qué le ocurre a un ser humano cuando va a presenciar la actuación de otro ser humano. O que le pasa a alguien que está en el escenario y quiere transmitir algo a un amigo que lo viene a ver. Ese lugar del encuentro entre dos seres humanos en lo efímero de la condición misma del acto interpretativo prevalece o creo que prevalecerá, porque viene de muy, muy atrás. Tenemos noticias del paleolítico incluso cuando no había teatro pero lo había de otro manera.
Preservar el deseo, que lo importante para vosotros sea descubrir una y otra vez que donde nos jugamos la historia de este arte es en el lugar ético que me permite el acceso a un lugar técnico donde el arte no es ni lo que ocurre en el día de del estreno, el arte no es lo que opina el crítico, no se juega ahí la historia, ni se juega en los aplausos de los espectadores, ni se juega en la cantidad de espectadores que vienen o no vienen a vernos. He llenado teatros de todo el mundo con mis espectáculos y he estado en teatros donde éramos dos en escena y un solo espectador viéndonos. En un extremo y en el opuesto y no puedo decir que mi percepción del goce sea mejor o peor en un caso que en el otro. Puedo afirmar que hay días en que me sentí muy bien y días en que me sentí muy mal con el teatro lleno y con el teatro vacío. Esta es la historia del ser humano actor menos tonto, porque el ser humano actor tonto cree que porque llene el teatro se va a sentir mejor y en todo caso le dura tres minutos, cuando mira por el agujerito del telón y ve que está lleno. Es habitual creer que el ensayo es algo secundario. Un puente entre lo que soy y el lugar importante que es lo que se va a producir el día del estreno. En vez de que el ensayo sea el lugar donde constato, una vez más, que soy actor, que soy actriz. Eso mismo me ocurrirá el día de la función y me pasa de forma tal de que no sea muy importante, si el teatro esta lleno o vacío. En definitiva el problema termina siendo ¿qué hago? ¿Con qué trabajo? ¿Con quién me encuentro a la hora de generar un hecho escénico? Si se juega en un resultado cuantitativo se juega en lo peor que puede tener esa actividad porque le doy toda la responsabilidad de mi disfrute, al espectador.
Todo tiene que ver con una manera de asumir la profesión desde cierto equilibrio entre lo ético y lo técnico. Un proceder que nos salve de lo que dice el mercado. Tenemos que salvarnos de que nos digan si somos buenos o malos porque ganamos mucho dinero, lo cual no quiere decir que no tengamos que ganarlo. Tenemos que aprender a trabajar y a entender que no somos más profesionales porque ganamos más dinero.
Mientras tanto tenemos que ser profesionales haciendo bien lo que hacemos. Y tratando de vivir de eso y comer de eso. Eso es ideal. La pelea es esa. Pero yo no puedo seducirlos con lo contrario. Lo que no puedo es tratar de convencerlos de que lo único que tiene importancia es que uno se sienta profesional porque gana dinero con eso que aprendió a hacer.
Hace veinte años que me niego a decir en una entrevista el nombre de alguien que ha estudiado conmigo y le ha ido muy bien. Alguien que ha tenido éxito. ¿Por qué no lo digo? Porque eso es hacer cree a alguien que lo que les estoy prometiendo tienen que ver con el éxito. Lo que debo es preservar en el individuo actor es aquello por lo cual quiere ser un actor. Siempre ha habido gente muy buena que no consiguió trabajo y todo lo contrario. ¿Hacemos una escuela de aprovechamiento para conseguir trabajo? ¿Qué enseñamos? ¿Con qué trabajamos?
El fundamento de esta clase inaugural, de este exceso de palabras, me lleva a pensar que esto tiene valor en la medida en que seamos capaces de trasladarlo a la realidad de nuestro trabajo. Y que un actor es el que se atreve a construir sucesos tan insólitos como metafísicos, tan reales como imaginarios. No en la vida sino en la condición del ensayo y en la condición de la escena. Y si uno no se atreve a equivocarse haciendo un personaje muy mal, si uno no se atreve a fracasar porque arroja las seguridades que lo bloquean por la borda y no se atreve al riego máximo de lo que es aprender, estaremos en un lugar equivocado. Yo habré hablado de una ética que en última instancia no tienen una técnica. Habré dicho cosas que, a lo mejor, me tendría que haber callado. No lo sé.
Voy a cerrar con un concepto que creo que nos tiene que permitir que toda esta rimbombancia del viaje que intento hacer, lo más clarificador posible. Hegel es el filósofo más difícil de entender, yo creo que más que Heidegger. Los dos libros más importantes de la historia de la filosofía, probablemente sean la Fenomenología del Espíritu de Hegel, publicado el año 1807 y el ser y tiempo de Heidegger de 1927. Son libros que uno necesita años y años para entender y no se pueden entender sin entrar por otro lado. Con el auxilio de alguien que nos introduzca. A Hegel yo entré por Kojéve. Hay un libro titulado Introducción a la lectura de Hegel, que es revelador.
He meditado bastante sobre estas cosas cuando estuve este verano en la Universidad de Córdoba. Lo que me pasó en la Universidad me dio bastante luz respecto a esto que estoy diciendo. Es un seminario de cierre de universidad, de quinto curso, de alumnos que salen y de pronto me encontré con algunas cosas que me hicieron pensar de que estamos planteando seriamente algunos temas. El seminario se llenó de gente que venía a escuchar y recibí devoluciones de profesores que habitualmente no dicen nada. Me he sentido instado a seguir reflexionando, porque hay actitudes defensivas frente a una variable ética tan decisiva como la que yo planteo. Quiero decir ni aislarnos ni someteremos mansamente a las leyes posibilistas del mercado. Ciertas garantías que no están en ningún lado más que en el deseo de plantearse el esfuerzo, de trabajar, de investigar, construir, producir, crear, encontrarnos en esa dinámica. Pasan cosas no sólo en mi cabeza, no sólo en mis libros, sino que pasan cosas en la realidad y esto me insta, me estimula, me da ganas de seguir viviendo, estoy muy mayor, pero tengo la sensación de que estoy justamente mucho más entero que nunca frente a determinados temas. Porque son muchos años de trabajar y ya no tengo que defender nada que tenga que ver con lo que defendía a los cuarenta. Ahora como dicen en EEUU llegue al tiempo del late style. Estilo tardío y con los cabellos al viento. No tengo que defender nada. Como cuando uno tiene que conciliar determinas das cosas para ganarse la vida y conceder para sobrevivir. Lo que me ocurre en la actualidad es que me encuentro con gente con la que tengo ganas de hacer los viajes, gente con la cual tengo ganas de vivir en cada clase, en cada ensayo, en cada momento. Quiero ser un buen estribo para la gente que se encuentra conmigo.
Cierro con un concepto para que en todo caso se entienda la diferencia entre dos palabras que siempre asociamos, pero que nos viene bien entender qué quiere decir una y que quiere decir la otra. La diferencia entre lo moral y lo ético. Son dos palabras que uno asocia casi de forma inevitable. Yo le quiero decir que las cosas de las cuales estoy hablando tienen más que ver con la moral , aunque el principio que las ilumina es un principio ético. La ética tiene que ver con lo que cada uno en su vida decide hacer con su deseo, con sus principios, con su pasado, su presente, y sus anhelos. Esa es la ética del individuo. Hay quienes no son arbitrarios nunca y hay quienes lo son siempre, hay quienes no roban nunca y hay quienes roban todo lo que pueden , hay quienes no comercian con porquería ni con deseos ajenos ni con el sexo, ni con la droga y hay otros que hacen eso todos los días. El principio que sostiene la ética de un individuo es irrenunciable a su misma condición de individuo que ha tenido una experiencia interior y se piensa ciertas cosas. La moral son las costumbres de la tribu, para hacerlo más simple. Kant no me permitiría decir esto pero bueno, estoy hablando con mis alumnos. En esta tribu tenemos que acostumbrarnos a ser serios en relación a ciertos temas que tienen que ver con nuestro funcionamiento. Es muy difícil estar en esta escuela si uno no se plantea determinadas cosas. En fin. Seguimos remando.

5 comentarios

  1. Eres el mejor de mis estribos, maestro. Aunque este año no pueda seguirte en clase, encuentro mil maneras de tenerte presente. ¡Qué libertad la tuya, sin tener que postrarte ante los altares de la vanidad y la chabacanería! Eres un pilar para los que concebimos el teatro como manifestación del deseo, como eje de nuestro pensamiento en acción, como ética y estética con la que flotar en el mundo de las cloacas. Es más difícil estar en este mundo, a veces, planteándose esas cosas que de tan determinadas, nos acaban determinando.
    Feliz comienzo de curso, feliz viaje.

  2. Despues de medio año atendiendo como oyente y ahora ya como alumno activo de tus clases,empiezo a entender tus palabras,tus textos y tus libros. Creo que es dificil, al menos para mi, venir de otro tipo de formaciones,conceptos y generalidades del arte interpretarivo e intentar comprender desde el principio tu pedagogia…el esfuerzo estoy convencido que merece y mucho la pena, en este preciso transcurrir en el que me voy adentrando en ese revelador universo que nos planteas. Solo quiero seguir adentrandome en el y seguir descubriendome. Gracias!

  3. ¿Y a Hegel y a Kant y a Marx y a Heidegger y a quien mas hay que leer para ser actor?
    Yo lo único que quiero es que me vean y se rian. Nada mas. Y ganar dinero mientras se rien. Solo eso.

  4. Lo esencial se corrompe con la ambición, con la ansiedad, con el narcisismo… Nada más lejos del arte, ya que en parte, es una revelación del espíritu, del pensamiento, de defender y procurar una autonomía, para poder comunicarnos desde nuestra esencia.
    Poder generar un pensamiento propio nos salva, nos enriquece. Es emocionante, por decirlo de algún modo, por no encontrar las palabras exactas quizás…. El hecho del ritual o de la manifestación artística procura, se alimenta con nuestra esencia animal.
    El pensamiento se ve en peligro cuando se asocia con frivolidades que no defienden ni quieren al arte en sí mismo. Si no otros fenómenos, los comerciales, el éxito… Lo efímero mal entendido. El del vacío frívolo social. Que procura masificar, aplastar la creación, el deseo.
    Puede ser bien entendido lo efímero, pero cada uno entiende lo que anhela verdaderamente. Si uno desea el arte desea profundizar en lo esencial del arte mismo. El tema es cuidar el pensamiento. Es difícil cuando lamentablemente se tergiversan los valores genuinos propios. Ahí la necesidad de la pregunta debe surgir. Encontrar los estímulos propios para remar con los deseos propios de uno. Equivocándose por supuesto, porque como humano lo hago, pero no traicionándome, a medida que se crece uno trata de no hacerlo al menos… de equilibrar el niño con el adulto, de hacerlos convivir, de conectarse con lo espiritual para que ésto suceda. Aunque esto es filosófico, y la realidad, es con la cual me encuentro siempre. La que reivindica o no, incertidumbres o certezas, según que lectura haga de ella. De la vida.
    Hay mucho mandato en la sociedad de como se debe ser. Por eso recuerdo siempre: «Lo importante es llenar el alma, no un teatro». Como escuché de Jorge.
    Lo importante es ser humano, ocuparnos del aquí y ahora…. no de los «debería… tendría…» Creo que esa facultad animal es tarea de decisión y de conquista ética personal.
    Que el «mandato» no termine «instalándose» en uno. Elegir lo que se hace, con quién, disfrutarlo… Todo empieza en casa, en nuestro pensamiento. El éxito es encontrarse, conocerse… Alimentarse de afectos… de deseos…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *