El jueves 31 de Marzo del 2011, día del estreno de Tejido Beckett en el Teatro El Musical de Valencia, por lo menos 15 espectadores abandonaron la sala antes de que concluyera la representación. Puedo suponer que se aburrían con lo que veían. No conseguían descifrar lo que los actores comunicaban por lo que les parecía innecesario hacer el esfuerzo de permanecer en el recinto.
En la misma sala y a la misma hora, una espectadora comenzó un ritual. Durante los 4 días en que la obra se representó en Valencia no dejó de asistir a ninguna representación. Una y otra vez en cada día, renovó su deseo de conectarse con lo que ocurría en la escena evidenciando el máximo de implicación con su continuada presencia.
No me agrada que los espectadores se retiren del teatro. No es eso lo que pretendo. Pero me agrada aún menos someterlos al éxito de lo masivo; convertirlos a todos en una cosa grande y manejable. Un enorme grupo humano sin mirada crítica, atrapado en las leyes que otros han escrito para ellos.
Parece ser que la historia del actor siempre ha sido así. Cuantos más vengan mejor. Alguna vez a eso se le han opuesto las vanguardias en el arte. “Lo hacemos tan diferente y singular que nadie nos entiende”. Cuanto menos vengan mejor.
En los dos extremos lo esencial es el espectador. Lo máximo o lo mínimo como exponentes de lo mismo. La preocupación puesta en el otro. Ese otro que nos hace populares o marginales, pero que en definitiva nos da un lugar.
Soy consciente de la dificultad que entraña salirse de la pauta. La habito con la mayor cantidad de dignidad contradictoria que he podido acuñar en muchos años de proyectos teatrales. Todos ellos sometidos a la ley de la oferta y la demanda.
Hoy en día no quiero otra cosa que una conversación civilizada con cada espectador. No con una totalidad sino con cada uno de ellos. No me interesan como grupo sino como personas. Tanto los que se van como los que se quedan. Quisiera que cada obra que dirijo pudiera decirle algo a cada uno.
Somos lo que ocurre cuando la obra se representa. Esa es la doble responsabilidad. La del que actúa y la del que recibe. No debería haber una norma establecida. Ni de lo malo ni de lo bueno. Nadie puede entrar o salir de una norma que no debería existir. Es una construcción y el primero que opera sobre ella es quien genera un objeto de arte y lo expone para que sea compartido. En ese sitio algo se mueve. Cuidemos el valor de que no se detenga el movimiento.
Estoy en Buenos Aires. Es posible que el Teatro Cervantes nos dé su sala para hacer Tejido Beckett. Aquí también, capital del buen teatro algunos espectadores se irán y otros se quedaran. Nada garantiza presencia o ausencia. Mirada o sordera. Miedo o atrevimiento. Nada garantiza nada. Samuel Beckett tenía razón. ¿Significa el que puede?

5 comentarios

  1. Me Identifico con tus palabras, este correo ha llegado después de que en mi facebook publicase un fragmento que encontré en youtube de Tejido Beckett, Cuando lo veia pensaba: como me gustaría ver esta obra.
    Algo se mueve
    Conection, Conection¡¡¡¡¡

  2. Claro, es mucho más fácil tomar a la luna por luna, al mar por mar, al ojo por ojo, al cazo por cazo, y a la ley por ley. Pero, ¿y quien dijo que tenia que ser asi?
    Que genialidad el hecho de tomar una obra como Tejido Beckett como un todo y a cada uno de los que la recibimos en particular, pura metonimia, la parte por el todo. Asi que dos y dos no tiene que ser cuatro, ni cinco, sencillamente son.
    Recuerdo que la quinta vez que vi la obra me tape los oídos y vi, cerré los ojos y escuche, abroche mi pensamiento y sentí, empezó el viaje y llegue a una estación donde había estado muchas veces pero en el mismo momento llegaba un tren diferente, con otro olor, sabor y cromatismo. Teatro, otro teatro. Posiblemente podría haber sido en húngaro y ojalá, porque pensaría que se hablar húngaro y me iría mañana a descender el Danubio en bicicleta.
    Hay una frase que dijo Beckett que me identificó mucho contigo Jorge y decía: «Fracasa otra vez, fracasa mejor». Es lo que mayormente he aprendido en estos años de ser alumno tuyo, que no hay mejor lección que un buen fracaso, pero tiene que ser buen fracaso. Como Maestro tú nos encaras con el fracaso, que aprendamos a superarnos en el vacío y a encontrar nuevos recorridos que nos lleven al infinito, a un arte verdadero sustentado por un digno esfuerzo. Eso no es fácil, lleva años conseguirlo, y darse cuenta que lo que tengo es justo lo que estoy arriesgado a perder si lucho por conseguir algo mejor. Pero conformarse, por muchos aplausos y palmeos, es un mal fracaso, un mal y exitoso fracaso. Algo que sencillamente ha perdido su naturaleza artistica: el movimiento.
    Como decía Mercedes Sosa, todo cambia; pero eso si, el que se vaya, que no le cierre la puerta a su fracaso, que mientras aquí, no dejamos de mover nuestro inconformismo.

    Conection¡¡
    Ptx.

  3. los seres humanos no estamos aquí para ser felices. Estamos aquí para transformarnos.Ser feliz el caramelito que nos pone la vida para que luchemos y sigamos adelante, y en el camino, nos transformemos. Lo que no nos damos cuenta, ni tampoco es estrictamente necesario, es que, ser feliz, ser perfecto, es imposible.
    Para que haya transformación, tiene que haber movimiento, tiene que haber sufrimiento, fracaso,error, dudas y también logros y satisfaciones. El logro o la transformación, que se consiga en cada personita, es mucho, es Lo que Importa en la Vida. Las comparaciones son horribles, lo que hay que valorar en cada personita, son sus transformaciones. A veces nos parecen poca cosa. A veces no las valoramos. Pero es Lo Que Importa.

    Lo peor es estar quieto y estancado, para eso, no hace falta vivir. No es esa la misión de la vida.

    Jorge, parece que tienes muy claro lo que quieres respecto al teatro, y como conseguirlo. Algo me dice dentro de mi que es algo muy muy interesante. Pero yo no lo entiendo del todo. No me acabo de hacer una idea concreta y completa. Me faltan cosas, conclusiones. Solo tengo retazos. Bueno, ya lo entenderé

    ¿ será verdad que el teatro «mueve»? ¿será eso lo que quiere Jorge en su teatro?
    Bueno, es evidente que sí. si y por eso, me gusta tanto ser actriz.

  4. Escuchar jazz o flamenco es un trabajo para muchos oídos. Es un dialecto para muchos maestros. Es un juego para muchos niños. Pero hay un estigma de peso cuando se hace desde ese lugar único e inmenso, siempre instala preguntas en nuestro cuerpo. Para transformarnos? para ser felices? para que las sostengamos en lo eterno?. Me quedo con la pregunta, gracias maestro.

  5. El no conocer, no identificarse, no sentir, pueden ser algunas casa que pueden haber pasado…pero ¿Dónde dejamos el lado humano y cultural de cada una de las personas que fue a ver el espectáculo, o los que no irán a verla jamás, o los que la vieron y salieron por mil distintos motivos¨, dónde?…¿Es lo más importante el público en el teatro, o no?
    Becket es a mi parecer uno de los generadores de las nuevas tendencias dramatúrgicas, ideológicas y sobretodo artísticas, dandonos de una y mil maneras la posibilidad de interpretar sus obras… soy payaso de circo desde que nací y siempre habían confusiones en la comunicación de el trapecista que llegaba al circo por escapar de alguien y la contorcionista que fue criada en el circo, el payaso que jamás se quita el maquillaje y la chica de las telas que es extremadamente fina…Este tipo de conversaciones las tenemos todos cuando nos comunicamos cotidianamente, solo que no somos CONSCIENTES de ello….Gracias señor Jorge

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