Me apetece que este espacio nos pertenezca a todos.

Los que han venido o vienen a las clases,  en los Seminarios o en Madrid.

Los que leen mis libros en Latinoamérica o España.

Los que vieron o desean ver  Tejido Abierto.Tejido Beckett.

Los que tienen ganas de decir algo y desean una respuesta mia o de un interlocutor lejano conocido o desconocido.

Vamos a atrevernos y a ver si podemos decir algo de eso que no queremos dejar de decir.

8 comentarios

  1. hola jorge, queria saber si podrias abrir un tema sobre el previo para que todos podamos escribir sobre este bello pasaje entre la vida y la escena. Muchas gracias y un saludo.

  2. Ayer tuve el placer de charlar con un gran dramaturgo y un gran director: Jorge Eines. En Valladolid en la Sala Cervantes puso en escena Tejido abierto, tejido beckett.
    Cuatro actores convertidos a su vez en cuatro personajes diferentes y en cuatro situaciones distintas de la vida. Sentía como si el actor se multiplicara y sus objetos se multiplicaban a su vez hasta el infinito. Sus recreaciones con los objetos y las acciones al unísono también multiplicadas, no permitían al espectador visualizar todo. Sin embargo, el deleite de muchas imágenes, la transformación del objeto en otro y en otros y su utilización minuciosa, consentían al espectador mirar desde un primer plano cinematográfico o también le dejaban alejarse hasta donde quisiera y así vislumbrar unos sacos viejos, con unos personajes perdidos en la nada, sin significar nada. Como si de un juego de niños se tratase, donde nada se pretende, sólo el placer de recrear y jugar.
    Todo un placer de imágenes, que unos actores nos supieron deleitar con su interpretación. La puesta en escena y el juego teatral entre los actores y el ensimismamiento de ellos mismos con los objetos me trasladó al mundo del absurdo, donde el teatro refleja gran parte de los momentos de nuestra vida. Ese tren que nunca llega, los trenes de la vida que nunca has cogido y esa luna llena que grita cada mes en tu cabeza, esa luna que Eines plasmó con su lenguaje y con una visión de Beckett muy acertada.
    Pilar Bayón
    Diciembre-2010

  3. Todo eso de que cada uno tiene su verdad, de que la hacemos entre todos,
    está contemplado en el hecho de que sólo hay una: la verdad, esa verdad del
    inconsciente no se puede esconder, no se puede ocultar, esa es la verdad que
    habla en el discurso analítico, la del inconsciente.
    Con el mismo respeto, querido hermano y cómplice de una neurosis llevadera.
    Dice Enstein: «Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar
    resultados diferentes»

  4. Carta al actor D por Eugenio Barba (Es neceseario recordarlo. Feliz año)

    Carta al actor D

    Por Eugenio Barba

    A menudo me sorprende la ausencia de seriedad en tu trabajo. Y esto no se debe a falta de concentración o de buena voluntad, sino que se expresa por dos actitudes:

    La primera, la impresión de que tus acciones no están dictadas por una convicción interior o por una necesidad ineluctable que se manifestaría en la ejecución de un ejercicio, de una improvisación o de una escena. Puedes estar concentrado en tu trabajo, sin economizar, tus gestos pueden técnicamente ser precisos, y sin embargo tus acciones siguen siendo vacías y no creo en lo que estás haciendo. Tu cuerpo sólo dice una cosa: «obedezco a una orden dada desde el exterior». Los nervios, el cerebro, la columna vertebral, no están comprometidos, y sólo tu epidermis querría hacer creer que todo esto es vital para ti. No percibes en ti mismo la importancia de lo que quieres hacer partícipe a los espectadores.

    Entonces, ¿cómo puedes esperar que el espectador quede prendido de tus acciones? ¿Cómo podrías, de este modo, hacer comprender o afirmar que el teatro es el lugar donde las convenciones y las trabas sociales deben desaparecer para dejar sitio a una comunicación sincera y absoluta? Tú, representante de la colectividad, estás en un lugar donde se manifiesta la necesidad de cada uno de sentirse aceptado, donde las humillaciones, las experiencias denigrantes por las que has pasado, tu cinismo que es una actitud de autodefensa, tu optimismo que es la irresponsabilidad misma, tu sentimiento de culpa, aparecen junto a tu necesidad de amar, a tu nostalgia por el paraíso perdido, quizá buscado en el pasado, en tu infancia, en el calor de una ser –tu madre, el que te ha hecho olvidar la angustia- en el tiempo en el que no te hacías preguntas y en el que exigías una respuesta.

    Todas las personas en esta sala quedan impresionadas si tú efectúas, durante la representación, un retorno a las fuentes hacia aquellas experiencias humanas comunes que permanecen ocultas: verdadero lazo humano que te une a los demás.

    La segunda tendencia que veo en ti es el temor a tomar en consideración la seriedad de este trabajo: sientes una especie de necesidad de reír, de burlarte, de comentar humorísticamente lo que tú y tus compañeros hacéis. Es como si quisieras huir de la responsabilidad que sientes, que va ligada al trabajo mismo y que consiste en establecer una comunicación con los demás hombres y en asumir las consecuencias de lo que revelas.

    Tienes miedo de la seriedad de este trabajo, de estar al margen de lo que está permitido: tienes miedo de que todo aquello que haces sea sinónimo de fanatismo, de aburrimiento, o de aislamiento profesional. Pero, en un mundo en el que los hombres que nos rodean yo no creen más en nada o pretenden creer para estar tranquilos, aquel que ahonda en sí mismo para enfrentarse a su condición, a su falta de ideales, a su necesidad de vida espiritual, es tomado por fanático o por ingenuo. En un mundo cuya norma en vigor es hacer trampas, aquel que busca «su» verdad es tomado por hipócrita.

    Creo que nunca has pesado en todo lo que liberas, modelas y cumples en tu trabajo, es una manifestación de la vida y merece consideración y respeto. Tus actos, en presencia de la colectividad de los espectadores, deben estar cargados de la misma fuerza que la marca de las tenazas incandescentes del verdugo, o que la voz de la zarza ardiente en el monte Sinaí. Solamente entonces tus actos podrán seguir viviendo en el espíritu y en el fuero interno del espectador con esta necesidad que provoca consecuencias imprevisibles.

    Mientras Dullín yacía en su lecho de muerte, su rostro se retorcía deformándose según las máscaras de los grandes papeles que había vivido: Smerdiafov, Volpone, Ricardo III. No era tan solo el hombre Dullín quien moría, sino también el actor y todas las etapas de su vida.

    Si te pregunto por qué te has hecho actor, me responderás que quieres expresarte y realizarte- Pero, ¿qué significa realizarse? ¿Quién se realiza? ¿El jefe de oficina Hansen que vive una existencia respetable, sin inquietudes, nunca atormentado por estas preguntas que quedan sin respuesta? ¿O el romántico Gauguin que, después de haber roto con las normas sociales, terminó su existencia en la miseria y las privaciones de una pobre aldea polinesia, Noa-Noa, donde creía haber encontrado la libertad perdida? En una época donde la fe religiosa está considerada como neurosis, nos falta la medida para juzgar el éxito o el fracaso de nuestra vida. Sean cuales sean las motivaciones personales y ocultas que te han traído al teatro, ahora que ejerces esta profesión, debes encontrar un sentido que vaya más allá de tu persona, que te sitúe socialmente frente a los demás.

    Sólo en las catacumbas puede preparase una vida nueva. Ese es el lugar de quienes, en una época, buscan un compromiso espiritual y no tienen miedo a la confrontación difícil. Esto supone coraje: la mayoría de la gente no tiene necesidad de nosotros. Tu trabajo es una forma de meditación sobre ti mismo, sobre tu condición de hombre en una sociedad, y sobre los acontecimientos que tocan que tocan lo más profundo de ti mismo a través de las experiencias de nuestro tiempo. Cada representación en este teatro precario que choca contra el pragmatismo cotidiano puede ser la última; y tú debes considerarla como tal, como tu posibilidad de reencontrarte, dirigiendo a los demás el saldo de cuentas de tus actos, tu testamento.

    Si el hecho de ser actor significa todo esto para ti, entonces surgirá un teatro nuevo, un modo nuevo de aprehender la tradición, una nueva técnica. Una nueva relación se establecerás entre tú mismo y los hombres que por la tarde vienen a verte porque te necesitan.

  5. Las peores palabras no son aquellas que se dicen, sino las que quedan reprimidas por temor a reconocer una verdad, porque las palabras dichas sin miedo conducen a una libertad mayor a una expansión del alma. Cuando el tirano duerme, las palabras no dichas se organizan para hacerse realidad, para mostrarse , para ser y aparecen pintadas, octavillas, manifestaciones reprimidas, por qué tenemos tanto miedo a las palabras? tal vez porque tememos reconocer una verdad oculta y porque las palabras reactivan nuestras heridas. La palabra se mata confinándola , tratando de apartarla y sometiéndola a un getho de los que se creen con derecho sobre los demás, de los supresores. Pero no, las palabras son libres, y son de todos porque hablan de sentimientos.. Las palabras no saben de mentiras o de verdades, son instrumentos necesarios del hombre. La palabra necesaria, la que se acerca al amor aunque haya de pasar por contiendas inesperadas. La palabra en sí misma no es mentirosa, tierna, amorosa, buena o mala… es palabra necesaria donde nos reconocemos o no y reconocer que no reconozco es también una función liberadora de la palabra. La palabra convertida en la voz de nuestra conciencia es un torrente, que nada ni nadie puede parar porque se convierte en energía y aunque no sea dicha, tiene su efecto como forma de pensamiento. Entonces la palabra se convierte en música. En un canto de esclavos, que anuncia la liberación , aunque esta tarde mil años. Cuando no me dejáis hablar yo canto, y mi canto penetra hasta vuestros sueños impacientándoos, ¿sabéis por qué? porque me negasteis un derecho humano y divino: expresar lo que siento. Cuanto más dormido está un pueblo, grupo o ser humano, más teme a las palabras, porque estas nos sacan del ensueño, de la muerte. Amo las palabras, tanto como ellas me aman a mí, se aferran a mi alma como la lluvia a la hoja. No seas tu hermano , quien me despoje de tan dulce humedad, que en ti proclama también un espacio para compartir, para amar, incluso para luchar. Se valiente y no huyas, ven y hablemos juntos , con una misma voz, con una misma palabra, la que ahora nos separa.

    Escrito hecho , en un insomnio momentáneo de Javier Paniagua 15-febrero -2011

  6. He terminado de leer el libro de Jorge «Alegato en favor del actor»En una vieja edición de 1985 que una amiga, amante del teatro, me regaló después de haberlo leído. Como estoy trabajando con él en su academia de interpretación, y he conseguido llegar a tercero, ya puedo comprender mejor lo que dicen sus páginas, escritas de un modo claro, pero a la vez complejo, dada la investigación previa que se requiere para situarse desde su perspectiva, sin duda clarificada en libros posteriores.
    Hay algunas preguntas qué yo me hacía cuando empecé y que ahora creo que, con la ayuda de Jorge, comienzo a entender; la primera de ellas, para mí era:
    ¿Y que pasa con la emoción?
    Un poco antes de su magistral capítulo sobre «la improvisación», que recomiendo a todos, nos dice: «no se puede querer tener miedo por más claros que se tengan los motivos que desencadenan el miedo» (p.104) y el problema era que yo creía que los grandes actores sentían miedo cuando les apetecía, porque para eso eran buenos actores. ¡Que equivocado estaba¡
    Voy leyendo y aparece la diferencia entre «vivencia de la vida» y «vivencia escénica» y me doy cuenta que para mí no había diferencia, como si pudiéramos pasar de una a otra solo conociendo la tan cacareada «psicología de los personajes». ¡No¡ me digo ahora. Había que hacer la transición de una a otra vivencia, gracias a la técnica que se incluye en esa gran síntesis técnica que es «la improvisación», acción general en la que todas las acciones van incluidas en beneficio de un objetivo que se nos presenta como punto de partida.
    Trabajando con él creo que me voy acercando cada vez más a la emoción, ejercitándome en ella sin quererlo ni desearlo, tan sólo transitando el conflicto y al desequilibrio al que nos lleva un objetivo que contiene en sí la contradicción de querer besar y no poder hacerlo, de amar y buscar pruebas que me hagan odiar al mismo tiempo.
    Y en este camino al que la contradicción ( por otra parte tan humana como teatral) me conduce, la guía fundamental es LA IMAGEN que se despliega en diferentes improvisaciones llenando el espacio para darle un sentido a mi trabajo. La imagen de la liga o la chaqueta, de la arruga en la cara o en el cuello, vincula en mi acción eso tan real para mí como el deseo sexual, el recuerdo del amado o el paso del tiempo, a lo irreal de un personaje que lucha, como en un espejo, por su deseo sexual, sus recuerdos y la huida de la vejez. Y así comprendo lo que de modo tan elocuente dice Jorge:
    «Cuando el acto interpretativo supera la anécdota y alguien iluminado por un foco está contando no sólo lo que hace el personaje, sino qué es lo que piensa y qué lo que siente, se diluye el individuo ocasional que cuenta las cosas y su cuerpo y su imaginación se expresa en un acto definitivo. Quiero decir que es imposible pensar en el actor sin pensar en su cuerpo y en su imaginación. Su cuerpo porque es el lugar donde soporta el personaje: su imaginación porque es allí donde su cuerpo habla»(p.124).
    Por lo tanto si quiere ser actor atrévete a imaginar que tu estomago es duro como una piedra, imagina la piedra, tócala y a la vez toca el agua que es capaz de destruirla, si nos concentramos en imaginar esta lucha de opuestos, es posible, y digo solo posible, que surja la emoción.

Responder a Pilar Bayón Álvaro Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *